Paula López, gerente de Excelencia Operacional Lomas Bayas, de Glencore: «Siempre me han gustado los desafíos»

Paula López afirma que siempre le ha gustado la minería, el trabajo en terreno, el contacto con la gente, por eso, buena parte de su carrera la ha hecho en operaciones mineras. “A mí me gustan los procesos, la minería desde su concepción, ver lo que estoy impactando”, señala.

Sostiene que está feliz con la opción que tomó, y para la cual ha sido muy importante contar con el apoyo de toda su familia; porque admite hubo momentos difíciles, que estuvieron a punto de hacerla flaquear. Asimismo, en esta entrevista da cuenta de las dificultades y situaciones que debió enfrentar por ser mujer en una industria altamente masculinizada. Nos habla con franqueza de ello; sin rencores, sino que con “ánimo de impulsar que las cosas sigan cambiando, y que más mujeres puedan sumarse a esta industria, desarrollarse profesionalmente, y lograr sus metas”, señala..

Hoy, a cinco meses de haber asumido la gerencia de Excelencia Operacional de Lomas Bayas, Paula dice sentirse fascinada con la minería. En especial con su nuevo rol y desafío, que es «dar vida a Lomas Bayas más allá de 2060, con miras en el procesamiento de Sulfuros primarios, y con una cultura orientada en las personas y el desempeño excepcional”.

– ¿Cómo fue tu llegada al mundo minero? 

Mi llegada fue bien inesperada. Ingresé a la Universidad Católica de Valparaíso a la carrera de Ingeniería Civil Química el año 2000 y egresé en 2005. Estaba en ese proceso cuando llegó a mi vida mi primera hija, Matilda. Ya egresada y con mi hija de sólo meses, me llama un profesor de la universidad y me dice que habrá una serie de entrevistas para el proceso de memoristas en Anglo American. Me animé y fui a la entrevista, donde éramos muchos los interesados de distintas generaciones, y quedé yo junto a otro compañero para hacer la memoria en El Soldado. Así fue como ingresé en la minería, un mundo que me apasionó inmediatamente.

– ¿Habías tenido algún acercamiento anterior a esta actividad? 

Yo tenía una historia familiar con la minería. Mi abuelo paterno, trabajó desde muy joven administrando una pequeña mina de cobre en Cabildo. También tengo muchos primos que trabajan en esta actividad, así que yo conocía ese mundo. Pero antes de tener la oportunidad en El Soldado, no tenía a la minería en mi prioridad. Mi sueño era trabajar en Enap, en los procesos de refinación de petróleo.

UN MUNDO MASCULINIZADO

– ¿Después de El Soldado dónde continuaste?

Una semana antes de salir del proceso de memoria en El Soldado le escribí un mail a todos los gerentes de producción de Anglo American, y me contactó el gerente de producción de Los Bronces, para unirme a trabajar con ellos. Allí trabajé aplicando las mejores prácticas asociadas a las diferencias que se podrían generar entre cobre fino teórico y el cobre fino real, en toda la cadena del proceso, desde la mina hasta el transporte de concentrado. Luego de eso, entré al programa de “ingenieros en entrenamiento” de Anglo; estuve un año como ingeniero de control de procesos y después me fui al proceso de hidrometalurgia en las plantas de cátodos de los Bronces y San Francisco.

– Teniendo una hija ¿Cómo pudiste complementar ambas labores?

Dado que Los Bronces está cerca de Santiago me fui a vivir a la capital; subía todos los días a faena. La parte dolorosa es que sólo podía ver a mi hija los fines de semana, cuando viajaba a Viña del Mar; por lo cual, en sus primeros cuatro años de vida mis padres fueron clave. 

Concluí esa etapa -que fue de mucho aprendizaje-, como jefe de Operaciones de Lixiviación en botaderos, donde lo que más aprendí fue operar plantas en condiciones climáticas extremas. Más tarde, partí a Minera Spence, de BHP, como ingeniera de planificación para los procesos planta, que también estaban asociados a la hidrometalurgia. Ahí trabajé en turnos de 7×7. 

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– ¿Era difícil trabajar en esos primeros años en un ambiente minero masculinizado? ¿Sentiste discriminación?

En esa época no se cuestionaba si estaba bien que la mujer se incorporara o no (a la industria); no era tema de conversación o relevante. En ese tiempo éramos muy 

pocas mujeres ingenieras en los Bronces, y tengo el recuerdo de que a la mayoría nos agruparon en el área de hidrometalurgia. Quizás hoy me lo habría cuestionado, ya que perfectamente por nuestras capacidades podríamos haber estado en una planta concentradora… pero coincidentemente nos dejaron en el proceso de hidrometalurgia, que en Los Bronces no era el más relevante en términos productivos.

Era normalizado que las oportunidades a las mujeres eran menores; que no hubiese un plan de capacitación y de carrera robusto para nosotras; o que no te pusieran en los procesos más relevantes. Uno sólo daba las gracias de la oportunidad de trabajo y de poder aprender. 

– ¿Sentiste que había respeto hacia ti, como un par más, por parte de tus colegas y jefes?

Con mis pares mucho respeto, no sentí ningún tipo de discriminación por parte de ellos. Sí era un ambiente muy rudo, muy masculinizado, donde de cierta manera una pensaba mucho antes de dar una opinión. Debo decir que aprendí mucho de ellos; aprendí también a no tomarme las cosas en lo personal. Además, en Los Bronces las condiciones climáticas son muy extremas, lo que te obliga a sacar coraje. 

A nivel ejecutivo faltaba harto. A las mujeres no se nos visualizaba en esos roles en primera instancia, y en ese tiempo tampoco había mucho cuidado en el entorno. Hace quince años atrás, por ejemplo, en conversaciones en grupo uno escuchaba decir cosas, chistes, bromas -por parte de los hombres- que hoy sería impensado escuchar, dado cómo ha evolucionado nuestra industria. Yo viví esa época más ruda, donde veías por ejemplo promotoras en los casinos en los días especiales, como el del minero o aniversarios de empresa… Y una ahí, entre medio, vestida de minero todo terreno.

Uno lo encontraba normal en esa época; pero después con los años y madurez me lo empecé a cuestionar, me sentía incómoda. Ahora logro reconocer que a lo mejor aguanté situaciones que no debía, pero también entiendo que es mi historia, de la cual puedo sacar mucho aprendizaje y valorar el entorno que tenemos hoy en nuestra industria.

APOYO FAMILIAR

– Estuviste en Los Bronces en la época en que la CEO Anglo American era Cynthia Carroll ¿Cómo impactó el hecho que hubiese una mujer al mando?

Cuando Cyntia Carroll fue de visita a Los Bronces fue “¡Wow!” para todas. Hicieron una comitiva con las mujeres, y ahí estábamos, ansiosas de conocer su historia de éxito. Escuchamos el recorrido de su vida; que ahora me hace completamente sentido. 

Ella dijo que estaba ahí gracias a su familia, gracias a su marido. Hoy lo conecto conmigo. Mi marido -que también es minero y trabaja en el rubro- me dijo: “Paula yo te apoyo, Dale! A ti te gusta estar en Operaciones”. Y es verdad, a mí me gustan los procesos, la minería desde su concepción, ver lo que estoy impactando. 

– ¿Nos puedes contar cuándo y cómo ocurrió eso?

Cuando me fui a Spence (en 2011) comencé con turnos 7×7. Me gustaba tanto lo que estaba haciendo, me gustaba mi carrera; quería aprender y especializarme en hidrometalurgia. Cuando llegué a esa operación, estaban los procesos de primera tecnología: pilas dinámicas y una nave EW automatizada; y yo quería ser protagonista de todo eso. Ahí conocí a mi marido, nos casamos y llegó nuestro segundo hijo. 

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Dado que ambos trabajábamos en turnos de 7×7 y nos coordinábamos para no dejar a los niños solos; decidí moverme al corporativo de BHP, de esa manera pudimos estar un poco más juntos como familia.

Durante el tiempo que estabas lejos de tu familia ¿Sentiste críticas de tu entorno?

Sí claro, siempre hay críticas. Cuando tuve a Baltasar (su segundo hijo), estuve a punto de tirar la toalla. Recuerdo el día antes de volver al trabajo, después del postnatal, me bajó una crisis de pánico por dejarlo solo. Le dije a mi marido que siguiera él, que yo no quería volver a la minería; no podía dejar a los niños por segunda vez (como ocurrió con su primera hija, Matilda). 

Ahí mi papá fue clave. Me dijo que sabía que tenía presión externa, que me aconsejaban que no volviera a trabajar, pero que “los hijos crecen, ellos hacen su vida y no van a entender ese sacrificio que hiciste por dejar lo que más te gusta hacer, que es trabajar en minería”. Me impulsó a que siguiera. Menos mal que le hice caso; logré irme al corporativo de BHP, estar más tiempo con mis hijos, hicimos un buen equipo y trabajo, y con el tiempo ascendí a Superintendente de Categoría en Santiago. 

CAMBIOS EN LA INDUSTRIA

– Ya estando en Spence ¿Sentías que tenías las mismas oportunidades que si hubieras sido hombre, en cuanto a nuevos cargos?

Algo que me removió mucho fue que cuando quedé embarazada de mi segundo hijo, siendo la mano derecha del superintendente del Área Húmeda. Al volver del período de maternidad había otro líder, quien no me consideró como mi anterior jefe, y me asignaba menos responsabilidades y desafíos de los que tenía antes, lo cual me desmotivó; fue duro. En mi opinión, a un hombre no le pasa eso cuando es padre. Personalmente no lo culpo a él, sino más bien a que en esos tiempos los procesos de desarrollo no eran tan robustos para compatibilizar carrera operacional y vida familiar.

Cuando realmente vi cambios fue en el corporativo de BHP y en Minera Escondida, hace aproximadamente seis años atrás. Comenzó a transformarse la cultura, alineada con el grupo y su carta de valores. Se veía en la calidad de los líderes, se notaba una intención genuina. Querían incorporar ingenieras en roles de líderes, porque sabían que tenían un manejo excepcional para llegar a las personas, de conectar y de hacer equipo. 

Los lineamientos de Tolerancia Cero ayudaron mucho para fomentar la Inclusión y Diversidad. 

– ¿Qué sientes que falta? ¿En qué se está al debe, ya sea por un tema cultural tanto de la industria, de las propias mujeres, de tus compañeros hombres y de la sociedad?

Faltan más mujeres en roles de liderazgo. Que las compañías se atrevan a todo nivel:  gran, mediana y pequeña minería. Que confíen más en las capacidades y ganas que tienen las mujeres de estar en roles de liderazgo, ya que hay muchas que están muy preparadas; que han estudiado mucho y que tienen ganas de ir a la operación. 

Si bien el embarazo es un impedimento para estar en la minería de gran altura geográfica, hoy con la digitalización, el trabajo remoto y la flexibilidad ya no es tema. Así que el primer «gap» que cerraría es poder tener un plan de desarrollo más robusto para las mujeres que están en minería. 

Asimismo, abriría oportunidades para atraer mujeres que están en otros mercados, como el retail, aeronáutica, celulosa o la construcción. Hay un montón de mujeres “power” que son ingenieras civiles, ingenieras industriales, comerciales, con hartas ganas de liderar equipos y que lo han hecho muy bien en su rubro.

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También creo que algunas mujeres tienen miedo de apoyar a otras. Creo que sienten miedo de perder lo que han ganado… que de cierta manera no se atreven a compartir el éxito. Acá es vital fomentar las instancias para conectar, conocernos y apoyarnos en los desafíos que tenemos con miras al futuro.

Ahora, en este nuevo cargo en Lomas Bayas, tuve que armar mi equipo, y todos los días me desafiaba a lograr la paridad de género; con un 50% de mujeres, Y me costó. Me entregaron muy pocas postulantes mujeres y tuve la tentación de tomar más hombres para agilizar el proceso, porque ya están listos y con experiencia. Pero perseveré y hoy estoy orgullosa de que mi equipo es completamente equitativo.

LA MINERÍA ES UN MUNDO FASCINANTE

Hasta hace poco estabas en Escondida, la mayor productora de cobre ¿Qué te motivó a tomar este nuevo desafío en Lomas Bayas como gerenta de Excelencia Operacional?

Siempre me han gustado los desafíos. En Escondida yo estaba extremadamente feliz, muy cómoda, con un líder excepcional que me guiaba; y lo más probable que en el mediano plazo yo hubiese crecido allá. Sin embargo, sentía que estaba viendo una parte muy pequeñita del tremendo negocio que es Escondida, y tenía ganas de aprender y visualizar más temas del negocio.

En cambio, Lomas Bayas es un constante desafío; una faena con 24 años de historia, con mineral de baja ley, una minera que ha vivido distintos acontecimientos socioeconómicos, con retos permanentes; con ganas de implementar la excelencia operacional para su sobrevivencia y expansión. Tengo la misión y objetivo de conducir la optimización de cada etapa de nuestro proceso productivo, mediante la implementación de iniciativas de mejoramiento continuo y un sistema operativo robusto que permita un negocio sustentable y con proyecciones más allá de 2060.

También me motivó armar mi equipo desde cero, y tener la oportunidad de aprender en forma transversal. Pablo Carvallo es el gerente general en Lomas Bayas, y luego estamos todo su equipo ejecutivo de gerentes, por lo tanto, tengo la oportunidad de ser protagonista en varios temas: comunidades, proceso planificación de largo plazo, aspectos estratégicos asociados a seguridad, y de las decisiones operacionales, tanto en mina como en procesos. 

– Cuando hablas de minería se nota que te gusta mucho. ¿Qué te gustaría transmitir a las personas que miran a la minería con recelo?

Básicamente que la minería es un mundo muy fascinante, y si bien lamentablemente no tiene muy buena fama a nivel mundial, creo que es una dicotomía muy extraña; porque Chile y el mundo necesita minería. Por eso creo que hoy los líderes tenemos la misión y obligación de posicionar a la minería como un rubro amigable y sustentable. Tenemos que hablar y mostrar lo importante de la electromovilidad, las metas de cero emisiones, lo que estamos construyendo con las comunidades, debemos ser los “influencer” de nuestro hermoso rubro y de cómo el metal que extraemos es relevante para esos desafíos.

Junto con lo anterior, debemos atraer el talento. Hoy a los jóvenes les gusta hablar de sustentabilidad, medioambiente, diversidad e inclusión… Son todos temas que tiene la minería como prioridad y que se están trabajando; las y los líderes deberíamos estar hablando de eso en todas partes. 

Y finalmente, decirles a las mujeres que se puede; que no hay que tener miedo. Que se animen a conversar con profesionales que han trabajado en minería y conocer cómo lo han hecho. La invitación está hecha. Creo que hoy y en el futuro están todas las condiciones dadas para que nosotras también seamos exitosas y felices en la minería.