[Opinión] Sin más cobre no se puede completar la transición energética

Por Renato Sepúlveda, consultor, presidente Seminarios SAT.

La Transición Energética se ha acelerado y lo que hace pocos años veíamos a la distancia, hoy se está materializando. Se requiere avanzar en ella para reducir el impacto del Calentamiento Global.

Nunca una Transición profunda como la actual se había dado en tan pocos años ni había significado un cambio no solo energético, sino a la vez tecnológico muy amplio en las energías renovables, vehículos eléctricos (EVs), etc.

En los últimos años han confluido diversos factores que han hecho que las tecnologías renovables sean más eficientes, económicas e incluso desplegables en lugares antes impensados, como es el caso de la energía eólica marina. Otro ejemplo de estos cambios energéticos-tecnológicos en curso, son los nuevos autos eléctricos, que utilizan cada vez más software y semiconductores, y a los que la consultora Mckinsey ha bautizado como “Smartphone sobre ruedas”, los que ya han  comenzado a democratizarse.

Los vehículos eléctricos, que como sabemos consumen mucho más cobre que sus homólogos que usan derivados del petróleo, comienzan a masificarse en los países desarrollados y a reducir sus barreras para que otros consumidores los prefieran. Hoy en China, por ejemplo, tienen un problema importante con el stock de vehículos de combustibles fósiles que han sido fabricados (500 mil) y están aparcados. Es probable que algo similar suceda en 2024 y 2025 en Europa.

Hasta ahora dos de los factores inhibidores para la compra de EVs a nivel global han sido los altos precios de estos y los largos tiempos de carga de las baterías. Sin embargo, en los últimos meses se ha venido dando una fuerte guerra de precios entre los fabricantes de vehículos eléctricos, los que se ha traducido en el comienzo de reducciones, y ya se habla de vehículos eléctricos con precios menores a 30.000 euros. Lo mismo sucede con los tiempos de carga, que se están reduciendo de  horas a minutos y existe competencia por reducirlos aún más. 

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Los hitos que muestran el avance exponencial de la electromovilidad se suceden uno tras otro: hace pocos días por ejemplo, el fabricante de vehículos eléctricos Tesla con su modelo Y superó en número de vehículos vendidos en el primer trimestre 2023 al hasta ahora fabricante de vehículos tradicionales Toyota (modelo Corolla) por primera vez en la historia.

La escasez de cobre puede transformarse en una de las mayores amenazas en la lucha contra el Calentamiento Global. Por ende, todos deberíamos hacer nuestros mejores esfuerzos para que esta amenaza no se llegue a materializar, ayudando a aumentar la producción del metal rojo. 

Pero la avalancha de oferta de vehículos eléctricos sólo está comenzando y será mucho más fuerte en dos o tres años más cuando las nuevas fábricas, hoy en construcción (hay USS1,2 trillones comprometidos), comiencen a operar y se masifiquen completamente. El fabricante Stellantis (Fiat, Alfa, Jeep, Chrysler, Dodge, Peugeot, etc.)  por ejemplo, ha dicho que el 100% de sus ventas en 2030 serán vehículos eléctricos.

Lo mismo está sucediendo en los países desarrollados con la instalación masiva de nuevos parques de energías renovables, solar y eólica terrestre y marina, industria que por primera vez en la historia invertirá más recursos en este 2023 que la industria del petróleo. La Agencia Internacional de Energía espera que en los próximos cinco años este escalamiento continúe y se construya tanta capacidad renovable como en las últimas dos décadas (Fte: BloomberNef).

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Igual tendencia se observa con la infraestructura eléctrica para transportar la energía desde las fuentes productoras hacia los consumidores.

A medida que avanzamos hacia una etapa más intensiva de esta Transición, seguimos constatando que el elemento clave para hacer que ella se pueda completar a tiempo es la disponibilidad de minerales, entre otros de cobre, el “rey de la electrificación”.

El cobre es un material relativamente abundante en la corteza terrestre. Las Reservas globales actuales alcanzan a 890 millones de toneladas (Fte: USGS). Chile tiene las mayores reservas del mundo (23 %). Es probable que, con un esfuerzo de exploración y la continua incorporación de nuevas tecnologías, como por ejemplo inteligencia artificial en el proceso de búsqueda de Cu, estas reservas aumenten.

Si bien Chile cuenta con este amplio potencial, las minas en operación están en una etapa de agotamiento, y se requiere de nuevas inversiones que permitan mantener la producción y a la vez crecer para participar en esta lucha contra el Calentamiento Global.

Distintos análisis (S&P, Goldman Sachs, Woodmac, etc.) coinciden en estimar que la demanda del metal rojo se duplicará en pocos años. Los más optimistas indican que será hacia el año 2035 (en sólo 12 años) y los más pesimistas hacia el 2050. 

En adición a ello, BHP ha indicado recientemente que estima que la inversión global necesaria en cobre desde ahora hasta el año 2030, alcanza a US$250.000 millones.  Consultoras internacionales han indicado que las inversiones en Cobre para los primeros quince años se acercan  a los US$600.000 millones de dólares.  

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El desafío es entonces cómo descubrir nuevos yacimientos, construir las facilidades y ponerlas en producción (observando los criterios ESG), en un periodo relativamente corto de tiempo, considerando que una mina de cobre requiere regularmente 12 a 15 años para comenzar a producir. 

Al comparar la enorme demanda que se avecina versus los nuevos proyectos existentes, es probable que el cobre suba de precio en los próximos años (posiblemente en el periodo 2025-2030), tal como han señalado algunos analistas.

Un precio más alto significará la aceleración de la entrada de nuevos países oferentes y posiblemente de nuevos productos sustitutos de cobre, como aluminio, por ejemplo, en algunos segmentos del mercado.  

Es poco probable que en este periodo el cobre sea sustituido totalmente por otros materiales y por ende el efecto de este aumento de precios se podría traducir en que la electrificación global se atrase y contribuya a que no se cumplan a tiempo las metas de reducción de temperatura a 1,5 grados del Acuerdo de París, lo cual puede tener consecuencias complejas para muchos seres humanos. 

La escasez de cobre puede transformarse en una de las mayores amenazas en la lucha contra el Calentamiento Global. Por ende, todos deberíamos hacer nuestros mejores esfuerzos para que esta amenaza no se llegue a materializar, ayudando a aumentar la producción del metal rojo.  De paso esto ayudaría a que la minería chilena incorpore nuevas minas que permitan mantenerse competitivas hacia adelante y generar miles de nuevos puestos de trabajo.