La caída de existencias físicas en la LME, la sobrecapacidad de fundiciones en China y los esfuerzos de India por asegurar suministro, configuran un nuevo escenario de incertidumbre global para el cobre.
El mercado del cobre atraviesa semanas marcadas por un fuerte desequilibrio entre oferta y demanda, lo que ha generado un contexto de alta volatilidad e incertidumbre global. Los inventarios de cobre disponibles en la Bolsa de Metales de Londres (LME) han caído drásticamente, alcanzando niveles que equivalen a menos de un día de consumo mundial, lo que ha provocado una backwardation inédita: los precios a corto plazo superan con fuerza los futuros, reflejando escasez de metal físico inmediato.
En este escenario, las fundiciones chinas —con capacidad instalada muy por encima de la disponibilidad de concentrado— han comenzado a exportar cobre refinado hacia los inventarios de la LME para aliviar tensiones en el mercado internacional. Se estima que entre 30.000 y 50.000 toneladas podrían ser despachadas en los próximos meses. Sin embargo, esta estrategia podría tensionar el mercado interno chino, al reducir el stock disponible localmente y provocar también una posible backwardation dentro del país.
Mientras tanto, India ha tomado nota del nuevo escenario y busca reducir su vulnerabilidad ante posibles interrupciones del suministro. Actualmente, importa más del 90% del concentrado que utiliza para su industria local y proyecta que esta dependencia llegue al 97% hacia 2047. Ante este riesgo, el gobierno indio ha anunciado medidas que incluyen atraer inversiones extranjeras para ampliar su capacidad de fundición, establecer tratados comerciales con países productores como Chile y Perú, y utilizar a su empresa estatal para asegurar adquisiciones estratégicas de cobre a nivel global.
Estos movimientos ocurren en un contexto de creciente proteccionismo, donde países con grandes reservas de minerales críticos han comenzado a restringir sus exportaciones, exacerbando los temores por la seguridad del suministro de cobre, un insumo esencial para la transición energética y la electrificación de la economía global.
El comportamiento de los precios y la respuesta de los principales actores del mercado seguirán siendo claves para determinar la estabilidad del sector, mientras los riesgos logísticos, geopolíticos y estructurales reconfiguran el mapa global del cobre.