En medio de un clima internacional incierto por la política presidencial de Estados Unidos, la minería submarina se convierte en un tema clave en la reunión anual de la AIFM que se lleva a cabo en Kingston, Jamaica, desde el 7 de julio y que culminará con una asamblea general del 21 al 25 de julio. Este evento destaca la tensión creciente entre la AIFM y la NOAA, la agencia creada por el gobierno estadounidense para supervisar la explotación de recursos marinos y costeros. La AIFM, bajo el mandato de las Naciones Unidas, busca fijar un marco de gobernanza que asegure la protección del patrimonio común de la humanidad mientras que, por otro lado, la administración de Trump persigue sus propios intereses en la minería de fondos marinos.
Durante esta reunión, uno de los principales puntos en la agenda será el desarrollo de un Código Minero para la minería submarina, esperado para fin de 2025. La Secretaria General de la AIFM ha puesto de manifiesto que la aceleración en la creación de este código es vital para contrarrestar el régimen paralelo impuesto por la NOAA, que se propone operar bajo un marco que no es reconocido ni validado por la comunidad internacional, dado que Estados Unidos no ha ratificado la CONVEMAR, la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar. La creación de un estándar internacional para la explotación de recursos marinos podría ser determinante para fijar un equilibrio en la gobernanza de estos recursos críticos.
En el plano económico, la reciente decisión de aumentar los aranceles del cobre en un 50% por parte de la administración de Trump ha resultando en un aumento inmediato del precio de este metal, beneficiando notablemente a las arcas fiscales chilenas y a los mineros de cobre alrededor del mundo. Sin embargo, la gravedad de este aumento puede verse atenuada si Estados Unidos logra establecer una producción significativa de cobre a partir de sus reservas marinas. Se estima que los nódulos polimetálicos en el fondo del océano ofrecen concentraciones de cobre mucho más elevadas que las minas en tierra, lo que podría desplazar la demanda de cobre chileno.
A largo plazo, se perfilan grandes cambios en la industria minera a medida que se avanza hacia la explotación de minerales raros y metales preciosos en los fondos marinos. Las proyecciones indican que, si se avanza conforme a la propuesta de la administración Trump, Estados Unidos podría convertirse en líder mundial en la producción de cobre y otros minerales críticos en un futuro muy cercano. Con esto, la competitividad de las minas terrestres, especialmente las chilenas, está en la cuerda floja, ya que los costes de producción en el fondo del mar prometen ser significativamente inferiores. Tal despliegue no solo plantearía un reto económico, sino también un desafío significativo en términos de normas ambientales y sostenibilidad.
La conclusión de la sesión de la AIFM el 25 de julio podría sentar bases fundamentales para el futuro del sector minero. Las discusiones y resoluciones adoptadas en Jamaica influirán no solo en el ámbito de la minería submarina, sino que también reverberarán en la economía global. La tensión entre la AIFM y la NOAA podría desencadenar una serie de reacciones en cadena, afectando cómo se desarrollarán las políticas mineras y quiénes serán los verdaderos beneficiarios de los recursos marinos en el futuro. Para Chile y su sector minero, la situación es crítica, y el resultado de este encuentro en Jamaica podría definir su camino en un entorno global que rápidamente se está transformando.