Por Matías Chaparro, Director de Asuntos Públicos Criteria y Elisa Giesen, Socia Consultora Gestión Social.
Cuando se debate sobre las posibilidades de desarrollo de la industria del litio en Chile, las personas que saben del tema probablemente dirán que las innovaciones prioritarias son la extracción directa (DLE) o la purificación avanzada. Se trata de innovaciones que sofistican los procesos y agregan valor al producto exportado. Permiten reducir los impactos medioambientales y obtener precios más altos en los mercados internacionales. Además, permiten también potenciar el capital humano y el uso intensivo de tecnología. Sin embargo, si le preguntamos a las personas comunes no conectadas con el tema cuál debiera ser el siguiente paso estratégico para el litio en Chile, lo más probable es que nos digan: fabricar baterías.
¿Qué explica esta fijación con la fabricación de baterías? ¿De dónde nace esta expectativa ciudadana por el desarrollo de manufactura en Chile? Los resultados de la medición 2025 del Estudio Valor Productivo nos ayudan a responder estas preguntas. Valor Productivo es una encuesta realizada por la Universidad Adolfo Ibáñez, la consultora Gestión Social y Criteria, que busca conocer las percepciones ciudadanas sobre las principales industrias exportadoras chilenas: minería del cobre, minería del litio, fruticultura, industria forestal y salmonicultura. Valor Productivo busca, además, entender lo que los chilenos piensan sobre la estrategia que ha guiado el desarrollo económico del país durante las últimas décadas: la producción de materias primas.
En una de las preguntas de la encuesta les pedimos a las personas que elijan, entre dos opciones contrapuestas, la frase con la que más se identifican: “Es posible para Chile ser un país desarrollado exportando materias primas” o “Mientras Chile exporte materias primas, nunca va a poder ser un país desarrollado”. Un 55% de la población nacional opta por la primera, lo que muestra que, en teoría, no hay un rechazo de plano a esta estrategia de desarrollo.
Ahora bien, la aceptación teórica no necesariamente habla de deseos ni aspiraciones. En otras palabras, es posible alcanzar el desarrollo exportando materias primas, pero eso no quiere decir que se perciba como el mejor camino. Frente a la frase “Un país que exporta bienes y servicios es siempre más desarrollado que un país que exporta materias primas”, el 58% de la población dice estar de acuerdo y sólo un 6% dice estar en desacuerdo.
Y mientras más educación tienen las personas, más de acuerdo están con la frase. Se trata, además, de una postura igualmente presente en la población de izquierda y de derecha. Es más, frente a esta otra frase: “Los países deben privilegiar una economía basada en industrias y fábricas, aunque tengan ventajas naturales que les permitan producir materias primas”, el apoyo es más grande entre los ciudadanos de derecha que de izquierda.
Mientras los gremios empresariales y los dirigentes de partidos políticos de derecha hablan sobre la urgente necesidad de expandir la producción de minerales críticos, celulosa, salmones, etc., los ciudadanos que se identifican con la derecha están pensando en fábricas.
¿Qué pasa entonces con países como Australia, Noruega o Nueva Zelandia, que han alcanzado los niveles más altos posibles de desarrollo humano con economías basadas en la producción y exportación de materias primas? De hecho, con una canasta de productos bastante similar a la chilena, incluido el litio. ¿No son estos países la prueba empírica, y no sólo teórica, de que sí es posible alcanzar el desarrollo con una estrategia similar a la chilena?
Le hicimos la siguiente pregunta a las personas: “Pensando en países desarrollados, sus economías, sus actividades productivas y sus exportaciones, ¿qué país crees tú que debiera tener Chile como modelo a seguir?”. Bueno, los tres países mencionados ocupan lugares poco protagónicos en las respuestas espontáneas. Los países más mencionados son China, EE. UU., Japón y Alemania. Es decir, países con tradición industrial que producen y exportan manufacturas (por ejemplo, baterías).
Al parecer, existe una disociación entre las expectativas de la población y las posibilidades de desarrollo económico del país. Las materias primas, como el litio, tienen valor para los chilenos sólo en la medida en que conducen a la generación de productos manufacturados, como las baterías. Chile necesita una narrativa que dé valor a las materias primas por sí mismas como un camino no sólo aceptable, sino deseable hacia el desarrollo. Un relato que nos saque del improductivo estado en el que estamos: resignados produciendo litio a la espera de que alguna vez, ojalá, podamos fabricar baterías.