La minería del cobre enfrenta un alza sostenida en su demanda de energía

El informe presentado por Cochilco evidencia un aumento sostenido en los requerimientos energéticos del sector, impulsado por minas más profundas, menor ley del mineral y una mayor demanda eléctrica asociada al uso de agua de mar, junto con un avance significativo en energías renovables y electromovilidad.

La Comisión Chilena del Cobre publicó su informe anual sobre el consumo energético en la minería del cobre correspondiente a 2024. El documento muestra que el sector mantiene una tendencia al alza en el uso de energía, tanto eléctrica como de combustibles, en un contexto donde la producción se ha mantenido relativamente estable durante los últimos años. Esta brecha creciente entre energía consumida y cobre producido responde principalmente a condiciones estructurales del sector, como la profundización de los rajos, la mayor dureza de las rocas, la disminución sostenida de las leyes del mineral y el incremento en las distancias de transporte interno.

El análisis indica que los procesos de mina rajo, concentración y lixiviación siguen siendo los de mayor intensidad energética. La minería a rajo abierto concentra la mayor parte del uso de combustibles debido al movimiento de grandes volúmenes de material, mientras que la electricidad se distribuye principalmente en las plantas concentradoras, la electro-obtención y el creciente consumo asociado a la desalación e impulsión de agua de mar. Este último proceso ha aumentado de manera significativa en la última década, impulsado por la menor disponibilidad de agua continental y por las exigencias ambientales que han favorecido la sustitución hídrica.

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Desde la perspectiva territorial, la Región de Antofagasta continúa siendo el principal polo de consumo energético del país, debido tanto a su participación mayoritaria en la producción nacional como al rápido crecimiento de instalaciones de uso intensivo eléctrico, especialmente desaladoras. Le siguen Atacama, Coquimbo, Valparaíso, la Metropolitana y O’Higgins, con niveles estables o moderadamente crecientes.

En cuanto al tamaño de las operaciones, la gran minería privada concentra la mayor parte del consumo energético total, en línea con su participación en la producción de cobre del país. Codelco mantiene una proporción también significativa, mientras que la mediana minería presenta un aporte acotado pero relativamente estable. El consumo unitario por tonelada de cobre fino producido continúa aumentando, influido por la menor ley del mineral, el incremento de material removido y los mayores requerimientos eléctricos del procesamiento de sulfuros y del uso de agua de mar.

El informe también destaca avances relevantes en sostenibilidad. En 2024, una amplia mayoría del consumo eléctrico del sector provino de energías renovables, impulsado principalmente por contratos de suministro eléctrico que priorizan fuentes de baja emisión. La gran minería privada presenta los mayores niveles de integración renovable, seguida por la mediana minería estatal y privada. Asimismo, más de la mitad de las operaciones se encuentra registrada en sistemas de trazabilidad energética que permiten acreditar el origen renovable de la electricidad utilizada.

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En materia de eficiencia energética, casi la totalidad de las operaciones afectas a la Ley de Eficiencia Energética declara contar con sistemas de gestión implementados. La electromovilidad avanza con fuerza en el transporte liviano dentro de las faenas, donde buses y vehículos eléctricos comienzan a reemplazar parte de la flota tradicional. Tanto la gran minería privada como Codelco muestran altos niveles de adopción de estas tecnologías, mientras que la mediana minería progresa con iniciativas graduales en distintas instalaciones.

El análisis concluye que la minería enfrenta un escenario en el que la energía seguirá siendo un eje crítico para la competitividad. La combinación de yacimientos más envejecidos, mayor procesamiento de sulfuros, creciente uso de agua de mar y exigencias regulatorias en materia de emisiones continuará empujando al sector hacia una mayor demanda energética. Al mismo tiempo, la acelerada adopción de energías renovables, la mejora en la gestión energética y la incorporación de electromovilidad marcan una transición activa hacia operaciones más sostenibles y resilientes.