Según el informe “Energy Executive Agenda 2025” de Bain & Company, un tercio de las empresas del sector reconoció alzas de costos de dos dígitos en sus proyectos. El auge de la inteligencia artificial duplica las proyecciones de consumo energético global, reconfigurando las estrategias de inversión y transición verde.
El costo de los grandes proyectos de inversión está golpeando con fuerza a la industria minera y energética, donde los sobrecostos en construcción y expansión se han convertido en la nueva norma. De acuerdo con el reporte “Energy Executive Agenda 2025” de Bain & Company, el 31% de las compañías del sector reportó aumentos de costos de dos dígitos en el último año, afectando directamente los cronogramas de inversión y la rentabilidad de los proyectos.
El estudio, basado en una encuesta global a más de 700 ejecutivos de los sectores de petróleo y gas, utilities, minería, químicos y agronegocios, advierte que la irrupción de la inteligencia artificial (IA) ha generado una demanda energética sin precedentes. Solo los centros de datos podrían duplicar su consumo hacia 2027, hasta representar el 2,6% de la energía mundial, lo que obligaría a las utilities a invertir más de US$2 billones en nueva infraestructura de generación para cubrir esa explosión de demanda.
Esta combinación de costos en alza y demanda acelerada está redefiniendo el rumbo de las industrias extractivas y energéticas. Al mismo tiempo, las expectativas sobre la transición energética global se han vuelto más moderadas: el 44% de los ejecutivos cree que la neutralidad de carbono se alcanzará recién en 2070 o después, mientras que solo un 32% mantiene la meta para 2050.
El informe advierte que las empresas están atrapadas en un “ciclo no virtuoso de retorno de inversión”, donde presupuestos ajustados, balances restringidos y costos de capital en aumento obligan a priorizar la rentabilidad por sobre las metas ESG. Bain califica esta situación como un “desafío dual”: responder a la demanda creciente de energía y materiales críticos impulsada por la industrialización global, mientras se avanza en descarbonización.
La industria también enfrenta un desfase en las proyecciones de demanda de hidrocarburos: los ejecutivos de petróleo y gas estiman que el peak del consumo mundial de petróleo se producirá recién en 2038, ocho años después de lo proyectado por la Agencia Internacional de Energía (AIE).
El escenario se complejiza porque muchas compañías planean duplicar o triplicar su despliegue de capital en los próximos años para cumplir sus compromisos de transición energética, justo cuando los costos se disparan. Un 62% de los ejecutivos reconoció que deberá transformar sus sistemas ERP en los próximos tres años, una inversión tecnológica adicional que presionará aún más los presupuestos corporativos.
El estudio identifica a la inteligencia artificial como una variable disruptiva que reconfigura las proyecciones energéticas globales. Por un lado, la IA impulsa la demanda por minerales críticos necesarios para construir infraestructura energética y centros de datos; por otro, aumenta la presión sobre el suministro eléctrico para operaciones industriales intensivas en energía.
“Pese a los desafíos en acelerar la descarbonización, este es un tiempo de innovación y transformación”, destaca el informe, subrayando que las utilities muestran confianza cautelosa en su capacidad para responder a la expansión sin precedentes del consumo energético global.
Frente a este entorno volátil, las empresas están adoptando una adaptación estratégica pragmática. Aunque el entusiasmo por las inversiones verdes ha disminuido, las perspectivas siguen siendo positivas para tecnologías emergentes como el almacenamiento de energía, las renovables y las aplicaciones de IA en la optimización industrial. Bain identifica casos donde compañías líderes han logrado reducir costos y plazos en proyectos de capital entre un 15% y 50%, sin sacrificar estándares de seguridad ni calidad.
En minería, la transformación digital se posiciona como un eje clave para mejorar competitividad y sostenibilidad, mediante soluciones de automatización de faenas, optimización de procesos de extracción y refinamiento, y gestión ambiental integrada.
El reporte concluye que el sector deberá equilibrar las inversiones en energía tradicional con la necesidad de escalar soluciones bajas en carbono, acelerando la adopción de sistemas tecnológicos modernos, inteligencia artificial y herramientas de análisis predictivo para mantener su competitividad global.
