Este metal estratégico, seis veces más caro que el cobre, está presente en celulares, televisores y aviones, y posiciona a Chile como líder mundial en su exportación.
El molibdeno, conocido como el “oro gris”, es uno de los metales menos conocidos por la ciudadanía, pero de mayor importancia para la vida moderna. Chile no solo es uno de los principales productores, con un 15% del mercado global, sino también líder en exportaciones, controlando el 33% de la oferta mundial.
Este mineral, subproducto de la minería del cobre, está presente en turbinas de avión, motores, celulares, computadores y televisores. Sus propiedades —gran conductividad y alta resistencia a la corrosión— lo hacen esencial para los electrodos transparentes de las pantallas de cristal líquido, permitiendo la interacción digital que hoy forma parte de la vida cotidiana.
Pero su impacto va más allá de la tecnología. El molibdeno está llamado a jugar un rol clave en sectores estratégicos como la energía nuclear avanzada, la desalinización de agua, la fabricación de semiconductores y la infraestructura del hidrógeno verde. “Su presencia es clave en industrias de futuro”, afirma Juan Carlos Guajardo, director ejecutivo de Plusmining.
En Chile también se desarrollan innovaciones para mejorar su procesamiento. Investigadores del Laboratorio de Investigación Aplicada en Metalurgia Extractiva (LIAM) de la Universidad Católica de Valparaíso han diseñado un método más limpio que utiliza gas hidrógeno y cal, reduciendo consumo energético y evitando emisiones de azufre. “Es un cambio radical en el tratamiento del molibdeno, actualizando tecnologías que se usan desde hace 50 años”, explica Álvaro Aracena, académico y director del proyecto.
El mercado del molibdeno se caracteriza por su alta rentabilidad: mientras el cobre se cotiza en torno a US$4,5 la libra, el molibdeno alcanza cerca de US$28, casi seis veces más. Sus principales destinos de exportación son China, Países Bajos, Japón y Corea del Sur, donde se emplea en industrias de alta tecnología.
Marcelo Lucero Yáñez, director de la Escuela de Ingeniería, Energía y Tecnología de AIEP, subraya su carácter estratégico: “El molibdeno es un habilitador clave de procesos industriales de alto estándar. Su importancia radica en el valor económico y en el aporte a energías limpias, infraestructura y transporte, esenciales para la competitividad y la transición energética”.
Con un mercado consolidado, cadenas de suministro activas y una alta capacidad de reciclaje, el molibdeno se proyecta como un recurso fundamental para Chile. Más que un metal, se ha convertido en un habilitador de la economía del futuro y en una pieza clave de la tecnología que usamos todos los días.