[Opinión] La Fase Greenfield: la receta para evitar sorpresas

Por Annarosa Parata, Gerenta de Financial Advisory en Deloitte.

Recientemente los Ministerios de Energía y Medio Ambiente de Chile han anunciado una actualización del plan de descarbonización, con el propósito de acelerar la transición energética. Dicha actualización prevé que en el 2030 Chile alcance al menos el 80% de generación mediante proyectos de energía renovable, dejando como meta última el llegar a ser un país carbono neutral a más tardar el año 2050. 

Para que esto sea realizado, es necesaria la acción combinada en tres distintos ejes: (I) modernización de la infraestructura, (II) reconversión de las centrales a carbón, (III) transición justa y transversal. En otras palabras, el gobierno de Chile ha planteado una importante oportunidad: la necesidad de aumentar las inversiones en generación de energía renovable, para reemplazar la generación a base de carbón.

En este contexto nos preguntamos: ¿Cómo se posiciona Chile en términos de transición a energía limpia respecto del resto de países de Latinoamérica y a nivel global? Para dar respuesta a esta interrogante, es importante revisar el Energy Transition Index (ETI), publicado por el World Economic Forum en junio 2023. El ETI es un parámetro que compara el desempeño energético de 120 países, en base a distintos factores, tales como el desarrollo económico y el nivel de preparación de cada país para la transición hacia un sistema energético seguro, sostenible y asequible. Como se puede ver en el gráfico, Chile se posiciona como el tercer país de América Latina, con un ETI de 62.5%.

También te puede interesar:   [Video|entrevista] Felipe Sanhueza y la innovación en Antofagasta: "Tenemos un ecosistema maduro que persigue que salgan casos de éxito"

  El posicionamiento de Chile también es confirmado por el reporte de proyectos en construcción e inversión publicado por el Ministerio de Energía, según el cual, a agosto 2023, el 63% de la capacidad instalada total en operación está constituido por fuentes renovables y hay 88 centrales de generación de energía renovable en fase de construcción, que representan una inversión de US$6.480 millones; y la fecha máxima estimada de interconexión es octubre 2024. 

Desde el punto de vista económico, se deduce que en el corto y mediano plazo el sector de energía renovable va a ser foco importante de inversión en Chile. Lo anterior va de la mano con un mayor número de operaciones de M&A en el sector energético. 

También te puede interesar:   Audiencias proceso constituyente: Cámara Minera pide resguardar la minería

Ante este escenario, se ha visto un crecimiento importante de “deals” que involucran proyectos de energía renovable en fase “greenfield”; es decir, de proyectos que aún no entran en operación. ¿Cuáles son los riesgos que enfrentan los inversionistas al momento de querer comprar una compañía que posee un proyecto de esta tipología? Hay diversos puntos, como lo son: los saldos mantenidos con empresas matrices y pendientes de ser regularizados, litigios y otros pasivos omitidos, indemnizaciones pactadas con ejecutivos clave, incumplimiento de covenants asociados al financiamiento, cláusulas de cambio de control gatilladas, financiamiento no aprobado, deudas tributarias o procesos de fiscalización en curso, entre otros. Estas son algunas situaciones que pueden ser detectadas en un proceso de due diligence

También te puede interesar:   Estudiantes suizos visitan ABB University en Chile

Como se mencionó anteriormente, la transición energética en curso crea una serie de oportunidades de inversión en fusiones y adquisiciones (M&A por sus siglas en inglés). Los países que componen el Top 10 del ETI Score (países del norte de europa tales como Suecia, Dinamarca, Noruega, Finlandia,  así como Suiza, entre otros) dan el importante ejemplo de que para una transición energética exitosa no solo es importante tener un sólido marco institucional y normativo, sino que también es relevante tener una buena capacidad de atraer capital e inversiones en un entorno innovador. Todo lo anterior nos hace señalar que es necesario realizar un análisis integral de las empresas en fase greenfield y/o previa a su construcción, entrada en operación. Esto último, para que los inversionistas -hoy por hoy muy presentes en la discusión de atracción de capitales en nuestro país- no tengan que pasar por sorpresas desagradables y contar con planes de mitigación de cara a cualquier transacción.