[Opinión] ¿Somos hoy realmente un país minero?

Por Constanza De la Riva, Regional Tax Manager LATAM-AP en Barrick Gold,

¿Cuántas veces hemos escuchado que Chile es un país minero; que el cobre es el sueldo de Chile, que la minería es la base de nuestra economía? Infinitas. Y sin embargo, los chilenos sabemos tan poco de esta actividad que tanto ha hecho por nuestro país en los últimos 50 años. 

Las cifras hablan por sí solas: siendo Chile el país con más reservas y producción de cobre del mundo, todavía tenemos espacio para crecer en exploración, explotación y exportación -de este y otros minerales-, si logramos atraer inversión en nuevos proyectos. 

Según información recopilada por el Consejo Minero de Chile a diciembre de 2022, sus empresas socias tienen aproximadamente U$33.000 millones en inversiones en etapa de evaluación. Y según datos Cochilco, la mediana minería tiene otros proyectos por aproximadamente U$3.000 millones para desarrollar entre 2022 y 2031. ¡Impresionante!

También te puede interesar:   Sonami se reúne con vicepresidente ejecutivo de Enami para evaluar situación que vive la estatal

¿Y eso cómo nos favorece?

Los que trabajamos en minería sabemos lo que significa inversión minera de largo plazo: multiplicación del empleo, oportunidades de desarrollo para las regiones y pequeños proveedores, importantes impuestos para el país (aprox U$6.300 millones en 2021), nuevas tecnologías. Sin embargo, nuestras autoridades parecen no comprender que, para asegurar esa posible inversión y continuar creciendo, necesitamos políticas públicas adecuadas, reglas claras y certeza jurídica.

«¿Queremos liderar la acelerada demanda mundial de minerales, o bien quedarnos atrás con una minería agotada de lidiar con interminables cambios legales y políticos, altos costos y yacimientos viejos con bajas leyes?»

¿Por qué? Porque el capital no es infinito y las empresas mineras que lo poseen, toman decisiones de inversión con disciplina y responsabilidad. Esto significa que, en un determinado momento, hay diversos proyectos mineros, en distintas partes del mundo, siendo evaluados y compitiendo por ese capital. Los equipos que llevan adelante esas evaluaciones, y apuestan por un proyecto minero, presentan un caso de negocios a quienes toman las decisiones de inversión. Luego de gastar millones de dólares en exploración y estudios para definir el plan de desarrollo, se realiza una evaluación económica que determina la rentabilidad de la inversión, y es ahí en donde factores tales como la carga impositiva, el costo de financiamiento y el riesgo país toman relevancia.

También te puede interesar:   [Opinión] La Sostenibilidad: nuestra nueva ventaja comparativa minera

Si usted tuviera capital para invertir en un negocio ¿aprobaría confiar sus fondos a una empresa que no tiene estatutos claros, costos definidos ni rentabilidad mínima esperada? 

El gobierno debe decidir rápidamente su posición en relación con la industria minera: ¿Queremos liderar la acelerada demanda mundial de minerales, o bien quedarnos atrás con una minería agotada de lidiar con interminables cambios legales y políticos, altos costos y yacimientos viejos con bajas leyes, debido a la falta de exploración e inversiones en nuevos proyectos? 

El futuro está en la exploración minera y tenemos que estar a la altura: con autoridades que conozcan la industria y los negocios, con definiciones en temas relevantes, como la carga tributaria con la que vamos a competir con otros países mineros, y con un Estado de Derecho que garantice reglas claras y estables. Sólo así volveremos a ser considerados un país serio para invertir, capaz de competir con jurisdicciones como Canadá y Australia, que ya tienen sólidas bases para impulsar la exploración e inversión minera, o como Perú y Ecuador, que están consistentemente mejorando sus políticas públicas con miras a un mayor desarrollo minero. 

También te puede interesar:   [Video|entrevista] Daniela Desormeaux, de Vantaz, y los desafíos de la creciente desalinización en la minería y el país

Es importante que no nos durmamos en los laureles y demos pronto señales concretas.