Estrechez de la oferta y riesgos arancelarios anticipan un 2026 volátil para el cobre

Analistas de Benchmark Minerals y BloombergNEF advierten que el mercado enfrenta un escenario tensionado por disrupciones productivas, flujos comerciales distorsionados y una narrativa de déficit de largo plazo que convive con una realidad de corto plazo más desigual.

El desempeño récord del cobre en 2025 dejó al mercado en una posición ajustada, pero frágil, de cara a 2026. Según el análisis publicado por MINING.COM, el metal acumula un alza cercana al 40% en el año, su mayor ganancia anual desde 2009, con precios que superaron los US$11.800 por tonelada en la Bolsa de Metales de Londres (LME). Parte de este impulso estuvo asociado a la anticipación de eventuales aranceles en Estados Unidos, lo que llevó a traders a redirigir grandes volúmenes de cobre hacia ese mercado.

De acuerdo con Albert Mackenzie, analista de Benchmark Minerals, entre octubre de 2025 y el cierre del año se estima que entre 730 mil y 830 mil toneladas de cobre quedaron “económicamente atrapadas” en Estados Unidos. El analista explicó que, bajo las actuales condiciones de arbitraje y primas, no existe incentivo económico para que ese material salga del país, lo que ha inflado los inventarios en la CME y, al mismo tiempo, ha estrechado la disponibilidad en el resto del mundo, elevando las primas regionales.

Mackenzie señaló además que el repunte de precios durante 2025 se explicó tanto por la cobertura frente a riesgos arancelarios como por una narrativa de inversión asociada a la transición energética, los vehículos eléctricos y la inteligencia artificial. En ese sentido, advirtió que el rally “se ha alejado en parte de los fundamentos”, ya que una porción relevante del cobre desviado permanece almacenada y apalancada en el mercado financiero, más que destinada al consumo físico inmediato. “Las compañías mineras han sido muy efectivas en promover la idea de un déficit inminente, y el mercado lo ha creído, pero la creencia y los fundamentos no son lo mismo”, afirmó.

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A estas distorsiones comerciales se sumaron problemas reales de oferta. Según el mismo análisis, disrupciones prolongadas en yacimientos clave como Grasberg, en Indonesia; Kamoa-Kakula, en la República Democrática del Congo; y El Teniente, en Chile, se extendieron durante todo el año, y algunas de estas operaciones no recuperarían los niveles productivos de 2024 antes de 2027. Incluso minas sin detenciones formales enfrentaron menores leyes, mayor complejidad geológica y ramp-ups más lentos, presionando la disponibilidad de concentrados y afectando a las fundiciones.

Mackenzie agregó que dificultades en proyectos como QB2 de Teck, junto con producciones inferiores a lo esperado en faenas como Collahuasi y Los Bronces, reforzaron la percepción de una oferta estructuralmente tensionada.

En cuanto a la demanda, el análisis indica que, si bien las proyecciones siguen siendo sólidas —respaldadas por la electrificación, la expansión de redes, los centros de datos y la transición energética—, el consumo efectivo mostró señales más débiles en el corto plazo. En particular, China mantuvo un desempeño moderado en construcción y parte de la manufactura, mientras que los altos precios incentivaron la sustitución por aluminio en ciertas aplicaciones y un mayor uso de chatarra, actuando como mecanismos de ajuste.

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Desde una perspectiva de más largo plazo, BloombergNEF advierte en su informe Transition Metals Outlook 2025 que la demanda de cobre vinculada a la transición energética podría triplicarse hacia 2045 y que el mercado podría entrar en un déficit estructural tan pronto como en 2026. El estudio señala que las disrupciones en países clave como Chile, Indonesia y Perú, junto con la lenta tramitación de permisos y una débil cartera de nuevos proyectos, profundizan el riesgo de escasez. Sin mayores inversiones en nuevas minas y reciclaje, el déficit podría alcanzar hasta 19 millones de toneladas hacia 2050.

En declaraciones previas recogidas por MINING.COM, Kwasi Ampofo, jefe de Metales y Minería de BloombergNEF, sostuvo que el desequilibrio proyectado refleja el choque entre una demanda en expansión y una oferta que crece lentamente. “El cobre ha experimentado una adición de capacidad muy limitada en un momento en que la demanda está aumentando”, afirmó, ubicándolo entre los metales con mayor presión en el corto y mediano plazo.

De cara a 2026, el consenso de los analistas citados apunta a un mercado altamente volátil, tensionado entre un relato alcista de largo plazo y una realidad inmediata más heterogénea. La evolución de los flujos de cobre hacia Estados Unidos, la recuperación productiva en grandes yacimientos y el contexto macroeconómico global serán factores clave. Eventuales cambios en la política comercial estadounidense podrían provocar movimientos bruscos en los precios, mientras que nuevas disrupciones o estímulos económicos relevantes podrían modificar rápidamente el balance entre oferta y demanda.