Los beneficios de la biotecnología en la industria minera

La biotecnología da valor a la industria minera y aunque su aplicación en el rubro no es nueva, en los últimos años ha demostrado que contribuye a la producción y operación. “Solo como un ejemplo: la biolixiviación permite extraer mineral de yacimientos que no serían técnica y económicamente viables empleando los métodos de extracción tradicionales”, dice Jacopo Seccatore, académico de la Facultad de Ingeniería y Ciencias de la Universidad Adolfo Ibáñez (UAI).

Entre las ventajas de esta disciplina es que soluciona problemas provocados por estanques mineros y presas de relaves, ricos en minerales pesados o ácidos. “Es una oportunidad para la industria minera como herramienta para impulsar su sustentabilidad: ayuda a un tratamiento más sustentable de suelos y mejor uso del agua, que tiene el potencial de remover las impurezas de los drenajes de minas o de los deshechos que resultan de los diversos procesos”, explica Martín Tavil, director ejecutivo para la industria minera de Accenture Chile.

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Coincide Pablo Terrazas, vicepresidente ejecutivo de Corfo, quien comenta que su aplicación apunta a la optimización de los bioprocesos en distintas condiciones operacionales, ya sea minerales con mayores concentraciones de impurezas y uso de agua de mar, por ejemplo. “Su uso se centra en la recuperación de elementos de valor desde relaves, reducción de efectos del sílice y soluciones que generen el mayor valor con el menor impacto al medio ambiente”, añade.

Barreras por superar

“Si bien la industria minera lleva bastantes años tratando de introducir biotecnologías a sus procesos, los avances han sido más bien tímidos porque el foco ha sido resolver problemas mediante biolixiviación”, advierte Juan David Rayo, presidente de Minnovex. El ejecutivo destaca que aunque se ha generado mucho conocimiento y experiencia, los resultados han sido pobres dada las dificultades técnicas en el escalamiento de los procesos: “Las bacterias funcionan muy bien en el laboratorio, pero a nivel industrial es muy difícil mantenerlas vivas”, apunta.

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Otra de las barreras que frenan su desarrollo es que se requiere mucho tiempo para llegar a escala industrial, lo que aumenta la necesidad de financiamiento. Aquí, el apoyo público es fundamental. Según Terrazas, desde 2010 a la fecha, el portafolio de la gerencia de innovación incluye 62 proyectos con este perfil de 38 diferentes empresas, que significan una inversión por $6.073 millones, 10 de los cuales están aún en desarrollo.

La falta de exigencias ambientales para las operaciones limita también las soluciones en torno a biotecnología ya que no hay mayor demanda. “Cuando remediar sitios abandonados, recuperar aguas industriales o co-repropoponer (co-repurposing) depósitos de relaves sea pan de cada día, lo más probable es que este tipo de tecnologías tengan un espacio para crecer y proliferar. Y, por supuesto, que las grandes compañías mineras estén abiertas a integrar este tipo de tecnologías y no solo quedarse con las soluciones probadas”, opina Juan David Rayo. Con todo, acota que ya se pueden ver casos de éxito como “la supresión de polvo mediante bacterias que estuvo de la mano de Aguamarina, hoy Ceibo”.

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También menciona resultados en la firma LIAP (ciencias aplicadas en la empresa), ligada a Pucobre, que está demostrando resultados concretos con el Biocobre. Esta tecnología mezcla biolixiviación con economía circular: ocupa residuos plásticos como insumo de sus procesos para recuperar elementos no tradicionales, en concentrados de cobre. Aunque son pocos los emprendimientos que se apoyan en la biotecnología para generar soluciones, hay casos destacados. Uno de ellos es Nova Mineralis, que está desarrollando una tecnología para obtener cátodos de cobre y otros metales valiosos a partir de la disolución de concentrados, o minerales de cobre primario con alto contenido de minerales nocivos como la calcopirita. O Domolif, que está creando un producto para erradicar la silicosis con biotecnología.